domingo, 24 de diciembre de 2017

CONSTRUCCIÓN Y CRISIS DEL ESTADO DE BIENESTAR

Desde 1978, una vez recuperado el sistema democrático, España siguió el camino de los países de Europa Occidental construyendo un sistema social que se conoce como el Estado de bienestar, en el que la democracia no solo otorga derechos políticos, sino también derechos sociales.
    La grave crisis de 2008 ha puesto en cuestión a toda Europa, y con mayor crudeza en algunos países como España, las posibilidades de mantener este modelo si no se dedican los recursos necesarios.

A. HACIA EL MODELO EUROPEO DEL BIENESTAR
    En las últimas décadas se he consolidado en España el llamado Estado del bienestar, que garantiza a todos los ciudadanos y ciudadanas unos niveles mínimos de protección social.
    Para ello fue esencial la Reforma Fiscal de 1977, en la que se estableció un sistema de impuestos progresivo según el cual se paga en función de lo que se gana (renta del trabajo), y se consolidó el sistema público de Seguridad Social, que aseguraba  la atención médica y una jubilación retribuida a todos los ciudadanos y ciudadanas.
    La obligatoriedad del impuesto de la renta sobre las personas físicas (IRPF) y la cotización de los trabajadores a la Seguridad Social permitió al Estado aumentar sus ingresos y proceder a una redistribución de los recursos que garantizase una serie de derechos sociales básicos.

B. LOS PILARES DEL ESTADO DE BIENESTAR
    El Estado de bienestar se basa en cuatro grandes ejes de políticas sociales, que garantizan los derechos sociales básicos a todos los ciudadanos y ciudadanas:
    -El sistema de Seguridad Social, financiado por empresarios y empresarias y trabajadores y trabajadoras, que da lugar a prestaciones contributivas a las personas trabajadoras y a sus familias, con pensiones o protección del desempleo.
    -La atención sanitaria universal y un porcentaje del gasto farmacéutico es financiado, en parte, con las cotizaciones de las personas trabajadoras y el empresariado y, en parte, con impuestos.
    -El derecho a la enseñanza gratuita hasta los 18 años y financiamiento parcial de la enseñanza universitaria. Sus gastos se cubren mediante los impuestos.
    -Los servicios sociales para dar respuesta a necesidades, como la protección a la infancia, las pensiones para los que no tienen pensión contributiva, la ayuda a las discapacidades, las viviendas sociales, las ayudas a la dependencia y las situaciones de exclusión social. Todas ellos son financiados mediante los impuestos.

C. LA DEBILIDAD DEL ESTADO DE BIENESTAR EN ESPAÑA
    A pesar de los avances realizados en la construcción del Estado de bienestar, España ha mantenido a lo largo de todo el período democrático una relativa distancia con los países más avanzados de la Unión Europea.
    Esta situación se debe a que España dedica un menor porcentaje del PIB  a los gastos sociales que la media del conjunto de los países comunitarios que se sitúa en torno al 27%. Por ello cualquier reducción de dicho porcentaje en tiempos de crisis puede afectar gravemente al bienestar social.

D. LA CRISIS DE 2008
    En España la crisis de año 2008 afectó muy gravemente al sector inmobiliario y financiero. El gran crecimiento de la construcción de los años anteriores finalizó súbitamente (“burbuja inmobiliaria”) y muchas empresas quebraron.
    La disminución de la construcción afectó a muchas empresas que dependían de ella, lo que provocó que el sector industrial entrara en crisis, y se generara un gran incremento del paro.
    La crisis bancaria se desencadenó como consecuencia del alto coste a la financiación inmobiliaria debido a la especulación. La quiebra de empresas constructoras y el aumento del paro entre los trabajadores y trabajadoras llevó al impago de créditos e hipotecas, lo que provocó una enorme cantidad de deshaucios.
    La caída de la actividad económica y a la falta de fondos europeos se tradujo también en un descenso de los impuestos por impuestos debido a una menor recaudación, tanto sobre las empresas como sobre los salarios, que han descendido notablemente.

Ante estas dificultades de financiación se ha producido una notable reducción de la inversión en infraestructuras y unos recortes generalizados en los presupuestos de todas las administraciones que han afectado, incluso, a servicios esenciales como la enseñanza y la sanidad.

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